jueves, 24 de julio de 2008

Indígenas exigen ser reconocidos por el Estado


Martes, 27 de Mayo de 2008


Representantes de organizaciones indígenas de El Salvador pidieron a la Asamblea Legislativa ratificar los convenios internacionales que reconocen la existencia de los pueblos indígenas en este país.


Representantes de los cuatro pueblos indígenas -Lenca, Nahuat, Kakawira y Maya-, se concentraron desde tempranas horas de hoy, frente al Palacio Legislativo, para exigir a los diputados legislar y respetar sus derechos.


Con un ritual indígena, los representantes de la Mesa Permanente de la Procuraduría de Derechos Humanos, sobre los derechos de los pueblos indígenas de El Salvador, presentaron un escrito al Primer Órgano del Estado para pedir protección del Estado y particularmente el reconocimiento de la existencia de estos pueblos, con la ratificación de convenios internacionales aun pendientes.Que "se reforme la Constitución y se reconozca la interculturalidad del pueblo salvadoreño, reconociendo que en nuestro territorio habitan pueblos indígenas", explicó Ulises Piche, representante del Consejo Coordinador de los Indígenas Salvadoreños (CCNIS).
Los indígenas lamentan que el Estado salvadoreño no acepte la existencia de pueblos indígenas, y la muestra más cercana es la reducción de este grupo étnico, reflejado en el censo población.De acuerdo, a Piche, el censo del 1992, el 17% de la población era indígena, "sin embargo, ahora la cifra es menor, lo cual nos preocupa", manifestó.Según los representantes de la CCNIS, este tipo de variación les perjudica como grupo poblacional, ya que la suscripción de importantes convenios internacionales, tienen como requisito la existencia de cierta cantidad mínima de población indígena.
El principal problema que enfrentan los pueblos indígenas en El Salvador es la tierra, la cual consideran, los pocos que la conservan, se ven amenazados con perderla por las políticas gubernamentales que no les benefician.Entre los derechos pendientes destaca ser reconocidos por la Constitución como grupo étnico y cultural, el derecho a una educación bicultural y multilingüe, a mejoras en las condiciones de vida, al territorio, lo cual se garantizaría con la firma del Estado salvadoreño al Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales.

Palabras e imágenes de Gervasio Sanchez


(DISCURSO PRONUNCIADO POR GERVASIO SANCHEZ (PERIODISTA Y FOTÓGRAFO) DURANTE LA ENTREGA DE LOS PREMIOS ORTEGA Y GASSET ESTE 7 DE MAYO. EN EL ACTO ESTABAN PRESENTES LA VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO, VARIAS MINISTRAS Y MINISTROS, EX MINISTROS DEL PARTIDO POPULAR, LA PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, EL ALCALDE DE MADRID, EL PRESIDENTE DEL SENADO Y CENTENARES DE PERSONAS.)

Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.
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Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar. No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
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Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.